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El apóstol Pedro dio un ejemplo gráfico a los pastores sobre nuestro adversario, que, como un león rugiente, anda por ahí buscando a quien devorar. A principios de la década de 1980, era popular proclamar que el diablo sólo era un león «rugiente» porque Jesús le había arrancado los dientes en el Calvario. Esto era un verdadero deleite para las multitudes, con la intención de reducir nuestros temores de que el diablo pudiera realmente hacernos daño. Entiendo el sentimiento detrás de esta idea, y estoy de acuerdo en que no debemos ser intimidados por el rugido del diablo, sin embargo, esta noción minimiza el hecho de que Pedro nos estaba advirtiendo de un peligro muy real. Dijo que el diablo busca a quien devorar. Todo lo que tenemos que hacer es mirar el número de cristianos que se encuentran fuera de la carrera, o cuántos ministros han sido removidos del ministerio, antes de descartar al diablo como un desdentado. Esta advertencia dice claramente que el enemigo no puede devorarnos a voluntad pero, si se lo permitimos, puede hacerlo y lo hará. Puede que no siempre seamos conscientes de que lo está haciendo, porque tiende a devorar a la gente de dentro hacia fuera. La descripción que hace Pedro de Satanás como un león es acertada y, al igual que este depredador, sus estrategias de caza son antiguas, predecibles y pocas.

 

Cuando el enemigo devora a alguien, siempre se come primero su corazón, quitándole la pasión, el celo y la vida espiritual. He visto pastores comidos de adentro hacia afuera. Cumplen con sus funciones, pero no tienen corazón para la gente, los perdidos o los que sufren. Se preocupan más por su ministerio que por la gente.

 

Aquí hay algunos otros hechos sobre la manera en que los leones cazan:

 

- Los leones vagan en la oscuridad donde algunos cristianos se desvían descuidadamente.

- Los leones vigilan a los que se aíslan del rebaño.

- Los leones tienden a cazar a los jóvenes y a los débiles.

- Los leones se aprovechan de los enfermos o heridos.

- Dividen y conquistan.

 

Todo lo que necesita es un problema, preferiblemente no esencial, que genere suficiente desconfianza y confusión para dividirnos. Este estudio acompaña a mi libro La guerra de Jesús.

Mordido por un León en la Iglesia

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