AQUEL QUE LOS LLAMA ES FIEL, Y CUMPLIRÁ TODO ESTO
Cuando era un nuevo cristiano, el Dios de Abraham me habló proféticamente. Fue la primera profecía que recibí. Describió lo que estaba pasando en mi vida, con lo que estaba luchando, lo que anhelaba saber, y de esa manera me dio un propósito y una esperanza. Todo esto indicaba que el Dios del universo me conocía y sabía el potencial que crecía dentro de mí; incluso me llamó por mi apodo. Desde entonces he amado la profecía. No creo que sea exagerado decir que el don de la profecía ha influido en mi vida más que cualquier otra cosa y sigue siendo una fuente importante de inspiración para mí aún después de cuarenta años.
En estas páginas relato cómo Dios me llamó al ministerio y guió mi formación espiritual. Notarás cómo Él siempre me habló en diferentes momentos importantes del camino. Esto no sólo me dio el aliento que necesitaba en esos momentos, sino que me dio la gracia para hacer realmente lo que Él me había llamado a hacer. Esto es lo que yo llamo la palabra de Su gracia, la que se ha convertido en el mensaje de mi vida.
Cuando el apóstol Pablo se despedía de los pastores en la playa cerca de Éfeso, en Hechos 20:32, sabiendo que no los volvería a ver, los encomendó a Dios y a la palabra de Su gracia, que él sabía que era suficiente para llevarlos a la meta, haciendo en ellos todo lo que había que hacer hasta el final. Esto es lo que dijo, tomado de la versión en inglés The Message:
"Ahora los encomiendo a Dios, nuestro maravilloso Dios, cuya palabra de gracia puede formar en ustedes lo que él quiere y darles todo lo que pudieran necesitar en esta comunidad de amigos santos".
Esa es también mi experiencia, y mi testimonio en curso, y confío en que mi historia despierte en ti la expectativa de que Él haga lo mismo en tu vida.
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